viernes, 18 de noviembre de 2011

aporte de Kathiana González Grupo 2.

Vamos a describir, cuando el director es autocrático y cuando es democrático.


Hay diversas ideas sobre el poder del director. Algunos sostienen que la imagen del director todopoderoso, otros dicen que el carácter y la calidad del director son, con mucho, las principales influencias en la escuela. Sin embargo, para otros, los directores no tienen tanta libertad.
Los directores están investidos de algún grado de autoridad, ejerciendo algún tipo de liderazgo. La mayoría de los estilos de liderazgo exigen un mayor o menor grado de apoyo mutuo entre el líder y los que dirige. Un estilo de liderazgo es un proceso activo, es un modo de poner en práctica el liderazgo dentro de la realidad social cotidiana de la escuela. Esta concepción de liderazgo reposa en el poder como un resultado, algo que se logra en y mediante una ejecución, en y mediante la acción conjunta. El poder es disputado, no investido.

EL DIRECTOR AUTOCRÁTICO Y SU INFLUENCIA SOBRE LOS PROFESORES.

El director francamente autocrático es el que toma todas las decisiones iniciales concernientes a los principales aspectos de la actividad educativa. En sus directivas explica siempre cómo desea que se las cumpla y él mismo se encarga de evaluar, unilateralmente, la forma en que han ejecutadas. Quizá emplee para alcanzar dichos objetivos (moderadamente tiránicos) modales cordiales y benévolos, pero las consecuencias son las mismas. El buen pasar de los profesores depende casi por entero de que agraden o no al "patrón".
El efecto de un liderazgo de este tipo sobre los docentes es evidente. Atentos a todos los deseos del director, rivalizan entre sí para lograr sus favores. La competencia por llegar a formar parte del anhelado "círculo íntimo" se hace feroz y con frecuencia los menos afortunados acusan a los favorecidos por la suerte de aduladores y serviles. Se despierta agresión mutua entre ellos, estableciéndose a menudo una especie de "jerarquía" de gallinero (expresión desde el punto de vista sociológico que se usa para designar aquellos tipos de organización social en que el status de un individuo está determinado por una agresiva conciencia de su rol, posición económica, etc.), donde los profesores noveles asumen el rol de no privilegiados que todavía deben ganar su lugar en la escuela. Por supuesto, todo este proceso ocurre en forma subrepticia. Si se los acusara por tal conducta, los profesores no sólo rechazarían indignados el cargo sino que lo considerarían honestamente infundado
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EL DIRECTOR DEMOCRÁTICO Y SU INFLUENCIA SOBRE LOS PROFESORES.

En agudo contraste con el autocrático, el director democrático desea que todo el personal de la escuela tome parte activa en su funcionamiento. Piensa que los profesores son los principales agentes de la educación y que el núcleo del programa educacional se halla en la relación directa que establecen con los alumnos. No se trata de que crea, de modo poco realista, que todos los profesores son igualmente competentes y no les atribuya responsabilidades por el buen o mal desempeño de su labor; más bien se impone como tarea ayudarlos en todo lo posible para que den lo mejor de sí mismos, y piensa que esto se puede lograr si se apoyan mutuamente y deciden de modo cooperativo cuáles son sus tareas principales, para luego llevarlas a la práctica cada cual por su lado.
Los conflictos y maniobras personales para alcanzar status quedan al descubierto porque el director propicia un manejo franco y objetivo.
En apariencia, este tipo de control es menos eficiente que el autocrático: si se estimula deliberadamente a los profesores a establecer un contacto más íntimo entre sí y a ventilar sus diferencias en debates abiertos se magnificarán, sin duda, las dificultades normales de toda convivencia.

La función directiva en el ámbito de la educación tiene en la actualidad un importante debate, sobre todo en lo que respecta al significado de ser “buen director”, calificativo que tiene múltiples acepciones, casi todas relativas a un listado de atributos y capacidades que se quedan en el nivel de aspiraciones o metas deseables a lograr por nuestros directivos.


La formación directiva, como todo proceso, tiene su fundamento en lograr que las personas avancen en sensibilidad, inteligencia, autonomía, sentido de solidaridad y desarrollo humano, como resultado de su participación en programas de formación, capacitación y profesionalización como directivos, para lo cual es necesario que todos los aspirantes a serlo, tengan bien clara la diferencia existente entre ser docente y ser directivo. Los niveles o momentos en que debe trabajarse la formación directiva son los niveles instrumental, sistemático y estratégico.
En el nuevo rol del directivo, el desconocimiento del campo de la administración y la falta de formación es lo que provoca inseguridad y se logra mantener al directivo en sus centros de trabajo, sólo a través del empeño, el entusiasmo y el esfuerzo. Sin embargo, existen carencias y limitaciones que rebasan su propio desempeño, por lo que el rol directivo se realiza intuitivamente, al tanteo o improvisadamente

Los retos de nuestro tiempo exigen que el directivo deje de lado actitudes autocráticas, autoritarias, centralistas y represoras para accesar a una formación centrada en conocimientos, habilidad y competencias que privilegien la planeación, organización, innovación, normatividad, evaluación, manejo de conflictos, integración; en fin, una visión holística de su quehacer administrativo.

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